sábado, 7 de marzo de 2009

Fabuland, de Jorge Magano


Kevin Dexter, protagonista de la historia, se refugia en el personaje de Rob McBride, un subproducto de la imaginación de quienes programan los modernos videojuegos del siglo XXI, pero bien podía haberse encarnado, de haber nacido treinta años antes, en un superhéroe de esos que ilustraban los cómics de mi generación. Él, el protagonista principal de Fabuland, decide refugiarse tras la apariencia de un enano pelirrojo que aspira a convertirse en guerrero ”norman”. Comparte dicha afición con diversos jóvenes de otros países. Pasa horas enteras frente al ordenador, creando un mundo nuevo según avanza el juego. Pero a veces se implica demasiado, y ya no sabe distinguir dónde comienza la realidad y donde acaba la fantasía.
Fabuland, a mi modo de ver, es una historia de una gran originalidad, que se aleja totalmente de los típicos relatos de guerreros fantásticos, que viven en mundos imaginarios de difícil pronunciación, y que a veces se hacen tan repetitivos como cansinos. Sin embargo, los personajes de Fabuland son originales, novedosos, divertidos, seres imaginarios que nos hacen reír gracias a ese humor tan característico que derrocha su autor, Jorge Magano, y que hace de él no sólo un gran creador de historias, sino también un escritor comprometido con los problemas juveniles de hoy en día.
De ahí que Fabuland cumpla todos los requisitos que necesita un buen relato juvenil para ser calificado de imprescindible en una biblioteca, y es, al margen de entretener y divertir al lector, la necesidad de transmitir un mensaje a la juventud; en este caso, los peligros que pueden encerrar los juegos de rol y los videojuegos que pululan por Internet. Sólo por ello merece la pena leer Fabuland. Ojala todos los adolescentes del planeta tuviesen ocasión de leer este libro, y encontrar entre sus páginas un referente que les ayude a diferenciar la realidad de la fantasía. Porque, aunque se hace imprescindible conservar la imaginación de la niñez, no es prudente abusar de ella o refugiarse en mundos creados a nuestra conveniencia. Por triste o monótona que resulte nuestra vida.







3 comentarios:

Violeta J. dijo...

Un post genial, Patrick. y que razón tienes!! Ojalá la juventud de hoy en día, pudiera llegar a la verdadera moraleja del libro.
Esperemos que llegue a la mayor cantidad de jóvenes, por ellos y por el autor, jajajajaja.
Besos!!

María dijo...

Hola Patrick. No no conocemos, pero seguramente lo haremos el sábado. Si acudo a la tertulia de El Escarabajo, te diré... soy Isis.
Como a ti me gusta Sierra Espuña, a Sangre Fría y El último mohicano.

Tenemos amigos comunes.
Un beso.

Rosa Cáceres dijo...

Patrick, saludos y plácemes. He comprobado que compartimos un espacio de publicación en el nº! de la Revista Gaxitán.
Por eso, y porque veo que eres de la especie mamíferoliterariabibliófila, a la que yo también pertenezco, sin contar con que también soy de raza murciana, como ciertas cabras entre las que se encuentra la ínclita cabra de García Martínez, estrecho tu mano, virtualmente, pero con toda sinceridad.
Por si te pierdes en la revista, allí aparezco en ENSAYOS con mi nombre completo: Rosa Mº Cáceres Hidalgo de Cisneros.